lunes, 4 de agosto de 2008

ANCIANO Y FAMILIA

La familia actúa como agente ideológico que transmite y perpetúa las acciones y normas sociales. Se relaciona con la transmisión de las actitudes que se deben adoptar, en éste caso, para relacionarse con los ancianos y la vejez.
El anciano es un ser integral, considerado como una unidad central al que podemos denominar sistema y con su familia que llamaremos microsistema y que a su vez el anciano tiene su propio subsistema (esfera cognitiva, afectiva y biológica ), pero está rodeado de su medio ambiente al que se ha denominado macrosistema y a su vez está rodeado de otros macrosistemas que interactúan uno con otro, esta serie de intercambios con el medio ambiente hace que el hombre (anciano) tenga posibilidades de interactuar , y a este modelo y filosofía para contemplar al anciano rodeado por su medio ambiente se le ha denominado perspectiva holística, por lo tanto el anciano es una unidad holística (holos= un todo) de aquí que la geriatría se considere una rama de la medicina con filosofía holística u holismo, en la cual el anciano es considerado en su propio contexto y lo que lo rodea.
A las relaciones que se dan en la familia se les ha llamado dinámica familiar. Su estudio permite observar el interior de las familias, sus relaciones, el desarrollo de los individuos en forma conjunta y aislada; y ciertos patrones de comportamiento que la familia va adoptando en el transcurso del tiempo, también podemos considerar el papel o rol del anciano en ese muy particular contexto familiar, así como el rol del resto de los miembros de la familia que interactúan con los ancianos; todos estos factores dependen del marco contextual en el que se encuentran inmersas.
Pero es necesario también entender que los individuos actúan de un cierto modo o tienen un papel que los caracteriza y a esto se le ha denominado rol o papel. Por supuesto que estos roles están bien definidos o no, y dependen de múltiples factores como la clase social a la que pertenecen, la ocupación, la educación, su pensamiento político, etc.
Esta dinámica puede darse en forma armoniosa, en donde los roles de cada miembro son muy claros, y hay una buena relación psicoafectiva, comportándose así como una familia funcional; o, por otro lado, a los desajustes o desequilibrios en la dinámica familiar se las ha denominado familia disfuncional, en donde pueden provocarse las denominadas crisis, el ejemplo más frecuente es el de un anciano perteneciente a una familia funcional que inicia una síndrome demencial, de lo que resulta desequilibrio por la carga social y familiar y la demanda de mucho afecto y desgaste físico por parte de los miembros a cargo del cuidado del anciano.
De cualquier forma, no debemos olvidarnos de que cada anciano y su familia son “únicas”, es decir, diferentes en comparación a otros, y por lo tanto cada situación debe tratarse u observarse de manera individual.
EL ANCIANO DENTRO DE LA FAMILIA
La disgregación de la unidad familiar, por la urbanización e industrialización, y el prevalecer de las familias de dos generaciones: padres e hijos, frente a la familia tradicional de tres generaciones: abuelos, padres e hijos, trae como consecuencia el abandono o por lo menos la soledad de nuestros ancianos, por lo que las enfermedades seniles psíquicas, y en especial, los suicidios, resultan mucho más frecuentes en ancianos y ancianas, solteros, viudos o divorciados, que en aquellos que están integrados en unidades familiares.
La figura de los abuelos (suegra o suegro en cuanto a sus papeles de abuelo) es distinta. Representan en muchos círculos culturales roles principales en la dinámica familiar; el refugio, defensa y consuelo afectivo de muchos niños, frente a situaciones conflictuantes apremiantes. Visto el porcentaje en nuestra sociedad de madres solteras en donde las obligaciones de los padres se acatan a veces en forma muy laxa y donde la abuela representa “la solución” para infinidad de niños. En la sociedad industrializada moderna se da lo mismo, cuando la madre debe dedicarse a sus ocupaciones y no existe organización adecuada de guarderías, son los viejos, quienes llenan funciones a veces insustituibles. Aún en otros casos, la falta del consejo materno deja muchas veces sin apoyo a amas de casa poco expertas, con daño anímico para ellas y para el hogar.
La familia es el soporte más sólido que puede tener el ser humano a cualquier edad, pero es en la senectud en la que ésta presenta una significación especial. Por parte de la familia ésta debe aprender a atender y a la vez a adaptarse a que su ser querido está viviendo la última etapa, que puede ser breve o prolongada de su vida.
El adulto mayor apto posee, por lo general, capacidad para mantenerse apropiadamente dentro del medio familiar, y puede armarse de sabiduría, optimismo y comprensión al igual que la familia para apoyar a ésta, participando en la toma de decisiones familiares, en la conservación de su salud y de la de los demás, así como en su integración a actividades sociales, laborales o de otro tipo que pueden ser de gran importancia para el desarrollo de la familia.
La sociedad, la familia y el propio anciano sano necesitan de un estilo de vida en el cual estén presente algunas orientaciones de salud como son:
Las restricciones psicosociales y físicas afectan el centro de la personalidad disminuyendo la autoestima, afectando la autoimagen, reforzando los sentimientos de pérdida, elevando el sentimiento de minusvalía social y con incremento del aislamiento, la subestimación de sus capacidades, aún cuando estén conservadas y que tenga una gran experiencia social y laboral.
Ante estos hechos, la familia debe recordar que el ser humano es potencialmente útil en todas las etapas de su vida, la disminución de sus capacidades no significan la imposibilidad de cambio, sustitución o modificación en cuanto a ritmo, tiempo o tareas ya que puede seguir siendo productivo o creativo en muchos aspectos de su vida.
La familia es el primer y más importante nivel de apoyo al anciano, en ella nació, a ella se dedicó por lo que en ella debe mantenerse durante su senectud. El apoyo emocional forma parte importante en la adaptación y superación de problemas de cualquier índole, la forma de lograrlo es escucharlos, comprenderlos mirándolos siempre de frente y a la misma altura, brindándoles algo de nuestro tiempo. Estas acciones tampoco cuestan y pueden resultar experiencias favorables para el que las realiza y las disfruta. La familia debe fomentar el eficiente descanso, el empleo de su tiempo libre, de sus actividades cotidianas, de su trabajo en concordancia con sus limitaciones y capacidad visual, auditiva y otras, ya que estas actividades beneficiarán su salud.
El anciano, como ser social debe estar vinculado a la relación intergeneracional siempre y no aislársele porque no se comunique apropiadamente por minusvalidez o disminución de alguna facultad. En estos casos es preferible tomar su parecer acerca de sus preferencias, motivaciones, intereses, estado de ánimo y apoyarlo en los mismos, para que mantenga un sentimiento positivo de auto estimación y sienta la compañía psicológica para seguir viviendo positivamente. La pérdida de apoyo afectivo, de comunicación, de convivencia con hijos o familiares muy afines, de respeto, de independencia personal y de garantía económica son riesgos para la calidad de vida e incluso para la conservación de la vida del anciano.
La comunidad y la familia deben superar la tendencia a relacionarse con ellos como si se tratara de seres limitados o inferiores, mostrando una actitud de lástima o de sobreprotección, sólo se espera una justicia social por lo que es necesario tener en cuenta sus derechos psicológicos a ser escuchados, que se les deje participar, desarrollarse, asimilar y convivir con sus semejantes, a conocer sus enfermedades, a auto cuidarse, a poseer bienes y disfrutar de ellos, a trabajar, a estudiar o conocer de temas que sean de su interés, a su intimidad, a discrepar, a que se acepten sus limitaciones, a comunicarse libremente tanto verbal como corporalmente y disfrutar de sus decisiones, a equivocarse sin ser mal valorados por la edad, ni ser reprimidos por ello. Si no podemos ayudarlos, pues por lo menos no obstaculicemos su camino, no causemos desilusiones no robemos esperanzas, ni rompamos sus sueños.
En el anciano sano deben ser reconocidos los factores de riesgo, todos son de mucha importancia en la atención, tanto individual, como familiar y comunitaria de los mismos. Estos factores de riesgo deben ser tenidos en cuenta en sus niveles biológicos, psicológicos y sociales: Dentro de éstos podemos tener presente la obesidad, la edad, si pasa de los 80 años, las enfermedades crónicas, la viudez y la soltería, el vivir solo, el uso de medicamentos hipotensores u otros que provoquen modificaciones conductuales, los hábitos tóxicos, las actividades cotidianas en lugares que ofrezcan peligro de caídas, como piso resbaladizo, escasa iluminación, objetos en la vía u otros como son el calzado inapropiado.
Al mismo tiempo evitar reforzarle los sentimientos de pérdida, de minusvalía, de soledad y acerca de su imagen física. Estimular a nuestros mayores a que se mantengan aptos y junto a nosotros los hará sentirse felices.
La falta de apoyo familiar, económico, de las redes de asistencia social, pueden ser los únicos factores que desencadenen problemas patológicos o de enfermedad y traducirse como trastornos del orden psicosocial (Síndromes geriátricos), por lo tanto las intervenciones o guías de apoyo tendrán que ser a ese nivel. A manera de ejemplo citaremos el caso de la enfermedad de Alzheimer. La presencia de un anciano que padece de proceso demencial, podría dar por resultado, en una familia funcional, desadaptación con sufrimiento tanto de la familia como del propio anciano, y terminar en una situación de Crisis. La respuesta para las alternativas en el manejo de este caso en particular serían, en primer término, el conocimiento de la enfermedad o entidad sindromática por parte de la familia (y del cuidador primario) del anciano con demencia, para que de este aporte de conocimientos resulten beneficiados; ello significa que la intervención será precisamente en el orden psicosocial para mejorar o amortiguar la calidad de vida del anciano demenciado y de su familia, ya que se desconoce la causa de enfermedad de Alzheimer y no existe por el momento cura médica de tal padecimiento.
Con el anciano, la familia enfoca psicológicamente la perspectiva de adaptación o de superación individual con escepticismo o con pesimismo. Si la familia no logra actuar unida y con optimismo y amor hacia sus mayores es casi seguro que éste sentirá el rechazo o la indiferencia lo cual redunda siempre negativamente en la psiquis humana.
La familia constituye el apoyo psicológico a muchos déficit del anciano al poder ayudarlo o sustituir su rol de protector por el de protegido en forma armónica, manteniendo el respeto y la valoración adecuada de la autoridad que le da el status anterior, la experiencia y el esfuerzo realizado durante largos años por la familia que formaron.
La comprensión, la tolerancia y la sensibilidad dan la fortaleza necesaria a todos para emprender la gran empresa de vivir con optimismo y dignidad.
LA INTERNACION DEL ANCIANO
Existen diversos motivos que llevan a la internación del anciano, motivos que se relacionan entre sí. La internación puede estar motivada por problemas de salud, tanto físicos como psíquicos; problemas de relación, referidos a la historia de vida del grupo familiar; vínculos afectivos, que definen el rechazo o la aceptación del anciano, así como los conflictos generacionales; pérdida de roles y de autoridad, caso en el cual el anciano siente que su opinión no es tomada en cuenta, y que ya no es consultado ante las decisiones del grupo familiar; desprotección afectiva- el anciano no se siente querido por su familia, y experimenta decepción por haber entregado afecto sin la retribución esperada -. También deben citarse la soledad, por pérdida de familiares o amigos - siendo la vejez una de las etapas más difíciles, es cuando más pérdidas de seres queridos se sufren, y cuando más cuesta superarlas, pues existe una gran dificultad en la elaboración de los duelos-, el sentimiento de abandono y el alivio de tensiones. En este último caso, la familia tiene conciencia de no poder contener al anciano, y necesita un alivio momentáneo o definitivo (agotamiento familiar); en el anterior, como el viejo “molesta”, la familia no le brinda los cuidados que él requiere, suele ocupar el lugar menos cómodo de la casa (segregación).
La familia, entonces, intenta resolver mediante la internación algunos de los conflictos de su grupo; es como internar junto con el anciano sus propios miedos frente a la vejez, la soledad, la enfermedad y la muerte. La internación aparece así como una “solución mágica”.
Desde el punto de vista del anciano, y su actitud frente a la internación, en algunos casos, él acepta con resignación ese retiro de la “vida cotidiana activa”, aunque con cierta rebeldía interna, que se pone de manifiesto en el período de adaptación a la institución, ya que toma a ésta como última morada, esperando, en la mayoría de los casos, la muerte. En otros casos lo hacen con agrado, como una alternativa necesaria, y se sienten protegidos por este tipo de hogares.
En etapas posteriores, se observan algunos de los conflictos más importantes del período que sigue a la internación. Entre ellos figura un proceso de “desculturación” sufrido por el anciano, por cuanto debe abandonar sus antiguos hábitos, sus formas de ser y de comunicarse. El anciano siente abandono por parte de su familia, agudiza enfermedades corporales, siente tristeza, se produce un decaimiento general de su ánimo; en síntesis, presenta un estado depresivo frente a la “nueva situación” que es la internación.
En esta primera etapa aparecen múltiples sentimientos ambivalentes: el anciano realiza una transferencia positiva con todo el personal de la institución, sintiéndose tratado como “padre, esposo/ esposa o hijo”; en otros casos exterioriza lo contrario, o sea, una variedad de quejas por sentirse mal atendido.
Por estas razones mencionadas, el equipo interdisciplinario desempeña un papel principal, al brindarle el mayor apoyo en este primer periodo de adaptación institucional. Ese apoyo se traducirá en un programa de actividades que incluya psicoterapia individual o grupal, si fuese necesario, rehabilitación, terapia ocupacional y actividades recreativas de índole diversa: paseos, lectura de diarios, coro, etc.
En relación con la familia, una vez internado el anciano, se ha observado que uno de los conflictos que aparece con más frecuencia es el sentimiento de culpa por haber separado al miembro más viejo y enfermo del grupo. Este sentimiento la lleva a asumir varias actitudes, entre las que figuran la conducta evitativa- dejar al anciano en la institución y alejarse inafectivamente- y las sobreexigencias para con la institución, requiriendo mayores cuidados para el internado.

Otro conflicto que se presenta es el enfrentamiento del grupo familiar con su propia vejez, ante la posibilidad de tener el mismo destino. Esto provoca mucha ansiedad, y hace aflorar antiguos conflictos entre hermanos, hijos y padres (competencia, rivalidad, etc.).
Fuente: desconocido, texto consultado el 04 de agosto del 2008, de http://html.rincondelvago.com/tercera-edad_3.html

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